Facultad de Filosofía y
Letras/ UNAM
Enero, 2005
La crisis de valores en México
Angélica Beltrán Morales
Los principales centros de transmisión de
valores en nuestro país siguen siendo la familia, la escuela y la
televisión. La importancia del estudio de los valores estriba en que
éstos orientan la organización política, social y cultural de las
sociedades, a partir de lo que más se valora: la riqueza, la felicidad,
la libertad, la educación, la violencia., el dominio, etc.
Ya que el hombre nunca ha tenido ideas fijas.
Así, las ideas y los valores en una sociedad no son fijos; cambian de
generación en generación.
Los principios que rigieron a las jóvenes
generaciones de fines de los años sesenta, se basaron en dar un valor
supremo a la justicia social, la libertad y la paz. Sin embargo, las
profundas desilusiones llegaron luego de sucesos tan trágicos como la
matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968 en la plaza de las tres
culturas de Tlatelolco, pasó a revalorarse, de acuerdo a las
circunstancias políticas, la cuestión de la violencia física, como medio
para alcanzar los “ideales” de justicia y libertad.
La crisis espiritual que vivió la sociedad
mexicana de fines de los sesenta fue el inicio del despertar de la
utopía de esa década, en que se creía en la posibilidad de la paz entre
las naciones y la mejoría de las relaciones humanas a través de la tarea
de luchar por la igualdad de derechos. No obstante, los sucesos del 68
trajeron el vacío interno de las nuevas generaciones. Ese hecho fue el
encuentro más brutal con una “realidad” cruda que dejaría a cualquiera
sin ninguna esperanza, ni aliciente para el futuro.
Para la historia de México, 1968 fue un primer
episodio de gran magnitud propiamente civil, no de reivindicación
gremial, corporativa o sectorial, sino de reclamo por derechos políticos
de y para la sociedad mexicana; las demandas del 68 no fueron por
intereses inmediatos --lo que caracteriza a todo corporativismo,-- sino
por aspiraciones más elementales, más generales y más abarcadores, de
libertad y derechos básicos.
1968 abrió las compuertas de una nueva época
social y política para la nación, la convergencia de muchas fuerzas en
el requerimiento común de la democratización del país.
A fines de los años sesenta, muchos de los grandes
valores religiosos, morales, sociales, familiares y personales se fueron
perdiendo ante la ola de intercambio cultural que se estableció con
Inglaterra y Estados Unidos, con gran ímpetu desde principios de la
década de los sesenta, a través de la música, en un primer momento, y
luego con una serie de formas de vida trasmitidas a través de los medios
masivos de comunicación, que hacían ver como mejores las maneras del ser
y actuar de los norteamericanos.
Así, surgen grupos
civiles fuertemente armados, dedicados al secuestro y el robo de bancos
en nombre de la justicia. Citemos, como ejemplo de esto a la Liga 23 de
septiembre, y los grupos encabezados por Lucio Cabañas. Movimientos
disidentes violentos encasillados en lo que se dio en llamar la
guerrilla urbana y rural. Habían pasado ya los tiempos de las
manifestaciones pacíficas de aquellos que cuestionaban el sistema sólo
con pancartas y discursos al aire libre.
La
Revolución Mexicana plasmó en la Constitución derechos sociales en
materia educativa y la obligación del Estado de impartir instrucción. La
educación se concibió como medio para cohesionar y darle identidad al
ser mexicano e impulsar valores universales.
Sin embargo, en los tiempos modernos
encontramos que en la escuela la transmisión de ese tipo de valores se
ha ido debilitando, a raíz de las tendencias neoliberales que han
asumido paulatinamente los gobiernos de la república, a partir de Luis
Echeverría y hasta nuestros días, cuya línea es unificar criterios y
olvidar los valores particulares de cada sociedad a cambio de los
valores de la sociedad dominante. La idea general es exaltar el
consumismo, y poner de relieve que tiene más valor en una sociedad el
TENER más que el SER.
Asimismo, han sido los medios de comunicación,
principalmente la televisión con la transmisión de series provenientes
de la unión americana, importantes canales de difusión de los valores
que ponen en primer lugar el valor de la riqueza, más que el de la
inteligencia, el humanismo, la bondad, la igualdad de derechos, la
democracia, etc.
Hacia la década de los sesenta, y en cuanto a la
cuestión espiritual; a causa del deterioro de los grandes cultos,
especialmente el católico, empezaron a proliferar las tendencias a
canalizar la religiosidad natural a través de la meditación, el yoga y
las doctrinas orientales. Esto propició la difusión entre la clase media
de movimientos manipuladores y mercantilistas, como la dianética, o el
auge de las sectas fanáticas como los testigos de Jehová o los mormones
en los medios rurales.
La crisis humana, personal y familiar se refiere a
la pérdida de las anteriores creencias e ideas sobre las cuales se
establecían las relaciones humanas hasta el momento de la crisis; es el
momento de la reconsideración de los viejos valores. Por lo que se
ingresa a un ámbito en el que reinan el caos, la desorientación, la
desconfianza y la desesperación.
Los valores y la familia
Realmente vivimos
un mundo lleno de valores. Y, por supuesto, uno de los ámbitos
fundamentales donde los valores tienen su asiento es la familia. La
familia representa un marco insustituible para fortalecer lo moral y los
más altos valores.
Los jóvenes del núcleo familiar
como resultado de
su propia maduración psicológica tienden siempre a cierta rebeldía
asociada a la búsqueda de una autonomía en el desarrollo de su
personalidad; si este proceso coincide en tiempo con determinadas
tendencias al cambio dentro de la sociedad, es lógico que sean
precisamente ellos los más sensibles a esos cambios.
Las generaciones
más viejas, por su parte, tienden más a la conservación, a la tradición,
a educar en el espíritu en que ellos fueron educados. De igual forma,
por partir desde posiciones diferentes dentro del antiguo modelo
patriarcal, el hombre y la mujer no tienen por lo general igual
disposición a aceptar los nuevos valores asociados al cambio. Como
resultado, se produce en el seno familiar el choque, la confrontación,
entre diferentes sistemas subjetivos de valores.
La
familia como valor
Es en la familia
donde se adquieren las primeras nociones culturales y estéticas y los
valores a ellas asociados. Debido a la fuerte presencia que tiene la
familia en la educación más temprana del niño, su papel es
extraordinariamente importante en la configuración del mundo de valores
de esa conciencia en formación.
Aunque los valores
adquiridos en el seno familiar son los de mayor arraigo; en la evolución
natural de niño a adolescente y de adolescente a joven y a adulto, el
individuo se inserta en otros grupos humanos -el barrio, la escuela, el
colectivo laboral- y de todos ellos recibe determinados influjos
valorativos.
La propia realidad
social a la que pertenece, cambia, evoluciona y ello también condiciona
variaciones en su mundo subjetivo de valores. No es casual entonces que
en determinado momento del desarrollo de la personalidad el individuo
comience a cuestionarse los valores arraigados desde el seno familiar.
El resultado de este cuestionamiento puede ser la asunción de esos
mismos valores, ya ahora plenamente racionalizados y lógicamente
entendidos, o puede ser la renuncia parcial o total a aquellos. En este
último caso se asumen patrones valorativos diferentes, se adopta una
lógica valorativa distinta y, como resultado, comienzan determinadas
manifestaciones de contradicciones generacionales dentro de la familia.
LOS
VALORES EN MÉXICO
La cultura en México y los valores que ésta
conlleva profundamente arraigados en el inconsciente, son fundamentales
para la cohesión social y la preservación moral, ayudan a la convivencia
humana cotidiana. Identificamos que la familia y la religión son
elementos importantísimos para la comprensión de lo mexicano.
En México la religión católica es la más
arraigada. La religión provoca que el mexicano sienta que su vida está
controlada por un ser superior, de modo que con resignación acepta el
éxito o el fracaso, la felicidad o la tragedia, la riqueza o la pobreza.
Las escuelas en México dejaron de transmitir
valores
La estructura de valores del mexicano atraviesa
por una fase de "resquebrajamiento", en la que se evidencia que la
fuerza de transmisión de los valores nacionales en el aparato escolar
perdió fuerza, al grado de que es "difícil para los héroes competir con
Supermán". Esto conduce a un mexicano que se identifica más con los
modelos occidentales de competencia que con los valores históricos y
cívicos que significan a su país.
Frente a todo esto es necesario preguntarse cuál
es hoy la fuente de satisfacción e información de los jóvenes. Una
probable respuesta es la televisión, como el –quizá—más importante
transmisor de valores. Y conforme avanza el tiempo, la televisión ha
llegado a desplazar a otros medios de entretenimiento como el deporte al
aire libre, el cine, la tertulia, las festividades cívicas y religiosas,
y cada vez son más las horas las que la gente pasa viendo televisión
EL ESTUDIO DE LOS VALORES
Por lo general, las rupturas o discontinuidades
históricas afectan los principios en que se fundan las sociedades; el
deterioro, escasez o inversión de los valores en este tipo de contextos
se vincula a una pérdida de sentido de los fines sociales, a la falta de
claridad en el rumbo que debe seguir la sociedad.
La profundidad e intensidad de la crisis también
impulsan deseos de salir adelante, la esperanza de que las dificultades
económicas sean transitorias y expectativas de renovación y cambio.
Los valores en una sociedad se transmiten
históricamente a través de las generaciones. En este sentido, vía la
socialización, se adquieren costumbres, tradiciones, motivaciones,
pautas rectoras de la conducta y modos de elección de las opciones de
vida. No obstante, cada generación posee un perfil valorativo propio.
VALORES
EDUCATIVOS
Entre los cuarenta y sesenta emergió y se
consolidó la clase media. Este sector tuvo en la educación uno de sus
principales componentes de clase. Frente a la industrialización, el
aumento de las ocupaciones no manuales, el crecimiento urbano y la
diversificación y crecimiento de los servicios, la escolaridad fue una
palanca fundamental para el desarrollo de las clases medias y para el
ascenso social hacia ellas. Llegar a tener una profesión universitaria
se convirtió en una aspiración, en un sentimiento de pertenencia de
clase y en requisito para alcanzar estabilidad económica.
En una situación en la que se siente que la
educación pierde su poder de adaptar a los individuos a la sociedad y su
poder como instrumento de lucha para el cambio social y el mejoramiento
individual, es más factible que exista pérdida de identidad con las
tradiciones, valores y cultura nacionales, así como sentimientos de
incertidumbre sobre el futuro.
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