Semanario
Propuesta
Enero, 1997
Angélica Beltrán
Inversionistas extranjeros,
particularmente de los de Estados Unidos de Norteamérica, han puesto la vista
nuevamente en el istmo de Tehuantepec, la cintura del territorio nacional, como
la zona por la cual podría correr un moderno ferrocarril de alta velocidad, que
facilitaría el comercio entre oriente y occidente; sobre todo ahora que está
por concluir la concesión que tienen para operar el Canal de Panamá, vía por la
que actualmente se lleva a cabo ese comercio.
Sin embargo, las fuerzas
progresistas de nuestro país consideran que el proyecto, de llevarse a cabo,
traería consecuencias negativas a nuestro país en relación a la soberanía
nacional y la explotación de las reservas naturales que abundan en esa zona.
Ahí se encuentran las selvas de
los Chimalapas, el caudal acuífero de los ríos Coatzacoalcos, Jaltepec,
Solósuchil, Tehuantepec y otros; al igual que la riqueza petrolera de la costa
del Golfo, donde se procesa el mayor volumen de crudo de las seis refinerías del
país y se produce el 88 por ciento del total de petroquímicos que se producen en
México; riqueza pesquera y salina del puerto de Salina Cruz, además de muchos
otros recursos aún no explotados.
En la licitación del proyecto
denominado ferrocarril trasístmico podrán participar inversionistas extranjeros
con un máximo del 49 por ciento del capital. Por ello, entre la sociedad
mexicana se mantiene una constante preocupación ya que a través del programa de
desarrollo para Tehuantepec se pretende otorgar una concesión para operar un
puerto o una vía de ferrocarril en ese lugar.
El proyecto consiste en la
construcción de una vía de 411 kilómetros por donde pasaría el transístmico,
cuyo recorrido de 45 minutos conectaría al Océano Atlántico con el Pacífico, a
través del Golfo de México, partiendo de Coatzacoalcos (Veracruz) hasta Salina
Cruz (Oaxaca.)
El corredor transístmico quedó al
margen de la licitación del ferrocarril del sureste, como consecuencia de las
manifestaciones de protesta.
Uno de los legisladores que ha
profundizado en el caso del Ferrocarril Transístmico, Héctor Sánchez, del
Partido de la Revolución Democrática (PRD), ha declarado que de llevarse a cabo
dicho programa se correría el riego de perder nuestra soberanía, así como el
dominio de la zona, la posible discriminación de los nacionales para usar las
vías concesionadas, el desplazamiento de los pobladores -quienes dejarían de ser
dueños de sus tierras-, la modernización de la zona para beneficio de
inversionistas extranjeros y la mayor pobreza de los habitantes.
Por otra parte, Octavio
Rodríguez Araujo, politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), señaló que el proceso de desarrollo de un país no se logra cuando en él
intervienen intereses ajenos a la nación, sino por el contrario, se genera una
condición de sumisión ante los capitales extranjeros, como se ha demostrado a
través de La historia.
Ahí está el caso de Panamá,
donde fue construido un Canal para facilitar las transacciones comerciales
alrededor del mundo. Desde su construcción, el territorio que ocupa el canal fue
considerado por Estados Unidos suyo, pues el espacio en que se construyó fue
concesionado por Panamá al gobierno estadounidense; dadas estas condiciones,
este país latinoamericano perdió soberanía sobre esa franja.
De
concretarse el proyecto transístmico México podría sufrir bloqueo económico por
alguna diferencia con E.U.
En el supuesto de que llegara a
concretarse el proyecto transístmico, México podría sufrir las mismas
consecuencias que Panamá, o, a través de la ley Helms-Burton, nuestro país
podría ser objeto de un bloqueo económico semejante al que hoy padece Cuba. La
zona de Tehuantepec constituye desde el punto de vista económico, una rica
reserva de recursos naturales que deben ser explotados por los mexicanos para
que redunde en beneficio para el país, no para el extranjero.
Por otro lado, el
gobierno de la República ha planteado la modernización de esa región a través
del Programa Integral de Desarrollo Económico para el Istmo de
Tehuantepec, del que forma parte el ferrocarril del sureste mexicano, en el
que participan los gobiernos de Oaxaca y Veracruz y la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes, y se tienen contemplados alrededor de 117
proyectos encaminados a llevar modernidad a esa zona del sureste mexicano.
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