Por Fin. La Guía del ocio
Suplemento de El Universal
21-diciembre de 2001
LA
ALAMEDA CENTRAL
Angélica
Beltrán
El paseo por la Alameda Central es una tradición que no se pierde, especialmente
cada fin de año cuando se ve aún más vivo el parque, lleno de adornos navideños,
focos multicolores que adornan los gigantes árboles y las decenas de luminosos
escenarios, donde Santa Closes primero y luego Reyes Magos, esperan a los niños
para la foto.
En esta temporada se vive una
fiesta popular con la instalación de una feria tradicional mexicana, propia de
una época lejana a la realidad capitalina de nuestros días, y que se posa en La
Alameda ofreciendo un panorama muy cercano a un cuadro costumbrista de un México
que creíamos extinto, donde se conjuga la religión y la convivencia familiar.
En la víspera de la navidad y
la llegada de Los Reyes Magos no hay tiempo para el aburrimiento en La Alameda
Central, con la feria, los puestos de antojitos, los algodoneros de azúcar, los
panaderos que ahí mismo hornean el pan, los vendedores ambulantes con sus
carritos de tamales, de atole y ponche; los comerciantes de bigotes y barbas
para el disfraz; las señoras de la tercera edad que ofrecen golosinas en
canastas y huevos llenos de harina o confeti para las bromas; el pajarero con el
canario de la suerte, que por $3 pesos saca un papelito con un mensaje para el
cliente, y demás atractivos.
Los precios en esta verbena
popular son realmente bajos en la mayoría de los casos. El atole calientito,
champurrado o blanco a $6.00 pesos el vaso; los buñuelos gigantes con miel y
tejocotes a $15 pesos; tostadas $8.00 pesos, consomé de carnero $20 pesos,
pancita o birria $25 pesos; palomitas de maíz, papas o chicharrones $5 pesos.
Como cada año, en este La Alameda Central se viste de gala para recibir a
miles de visitantes que se divierten sanamente con los altos, vistosos y muy
iluminados escenarios llenos de nieve de fantasía, juguetes y cuadros con
figuras infantiles, resguardados cada cual con su respectivo Santa Clos o sus
Reyes Magos, los que invitan, haciendo tocar una campanita, a los transeúntes
para que suban a tomarse una foto por $40 pesos.
Es grande la inventiva de los
escenógrafos que hacen su mejor esfuerzo por ganar más clientes, gracias a la
vistosidad y esmero con que son decorados sus escenarios, y ciertamente todos
logran captar la atención de cientos de familias que se toman la foto, lo mismo
que parejas de enamorados y adolescentes en grupo que se divierten en grande.
Además de las fotos
instantáneas y los puestos de antojitos y postres, está la feria, cuyos precios
van de $1 a $25 pesos, de acuerdo al juego elegido. Los aros para ganarse
figuras de yeso y juguetes varios, donde se prueba el tino de los jugadores
cuesta $1 peso; mientras que el tiro al blanco es de $5 pesos por 3 tiros; los
dardos, que ofrecen una gran gama de regalos es de $10 pesos; las canicas desde
$5 pesos; el rodeo infantil $10 pesos y para adultos $20 pesos, donde un caballo
mecánico sacude a los “vaqueros” por unos minutos.
No pueden faltar tampoco es
esta fiesta popular los juegos mecánicos, ni los puestos de suéteres de lana,
gorros, guantes y bufandas de todas las tallas, para quienes olvidaron traer
algo para taparse en estas noches frías de diciembre.
Y la diversión continúa con los
vendedores ambulantes alrededor de la Alameda como aquellos que ofrecen bigotes,
pestañas y barbas postizas para el disfraz por sólo $5 pesos cada uno; o los
tantos globeros que como satélites caminan rodeando La Alameda con un gran
ramillete de globos de todos tamaños y para todos los gustos, y que van agitando
las sonajas y silbando como todo buen globero, para llamar la atención de los
niños, quienes eligen entre los globos tradicionales de gas, ahora plateados con
dibujos de los personajes de las caricaturas por $20 pesos, las sonajas de $10
pesos, o los globos con figuras de Santa Clos también por $10 pesos.
El momento, quizá más
emocionante es cuando los hacedores de algodones de azúcar están en su labor y
dejan viajar voluntariamente las hebras de azúcar quemada por sobre las cabezas
de los visitantes quienes brincan emocionados tratando de alcanzarlas, y cuando
lo logran comen la golosina como si fueran niños.
Por los cables de luz se atora
los hilos sueltos de los que no llegaron a formar parte de los enormes y
redondos algodones rosas y verdes que se exhiben insertos en altos palos de
madera, cuyo precio es de $10 pesos.
El paseo por La Alameda Central
se torna aún más atractivo al caer la noche, cuando los focos multicolores son
encendidos y se aprecian mejor los escenarios para las fotos, lo mismo que las
luces de la Feria y los juegos mecánicos. Usted puede visitar el lugar desde las
12:00 del día, hasta pasada la media noche, y hasta la segunda semana de enero
del 2002.
Una amplia recomendación para
estas fiestas decembrinas es el paseo por La Alameda Central donde se respira un
ambiente familiar, aún a altas horas de la noche, con cientos de niños sobre los
hombros de los papás, enamorados que se toman la foto de llavero en forma de
corazón y vendedores que ofrecen su mercancía a precios muy accesibles.
Ya que se ubicada en el centro
de la capital, el acceso a la Alameda Central es muy sencillo, se halla a las
afueras del metro Bellas Artes de la línea 2 del metro (Taxqueña-Cuatro Caminos)
o de la línea 7 (Constitución de 1917-Garibaldi) o caminando a unas cuadras de
las estaciones del metro Salto del Agua (Línea 1), San Juan de Letrán (Línea 7),
Hidalgo o Allende (Línea 2). En carro el camino más simple es sobre el Eje
Central Lázaro Cárdenas.
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